martes, 26 de junio de 2007

Cuentos de Terror de... Zeffe!

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La historia ocurrió hace algún tiempo y aunque parezca sacado de una película de Alfred Hitchcock
[no tardan los Wevones de 13 Miedos en pillarme la historia], dicen que fue real y que pasó aquí "cerquitas del Ajusco" [me sono muy na'k esa frase], en el Distrito Federal, Mex.

Un hombre estaba paraguas a la orilla de la carretera con dirección al temible Pico del Aguila, a medianoche pidiendo aventón, mientras estaba cayendo una niebla tremenda [muy común por la zona]. Pasó un tiempo pero nadie se paraba para llevarlo. La niebla era tan fuerte que apenas si se alcanzaba a ver a unos 3 metros de distancia.

De repente, vió como un coche con las luces apagadas se acercaba lentamente y al final se detuvo frente a él. El hombre sin dudarlo, por lo precario de su situación, se sube al coche y cierra la puerta. Mira hacia el asiento de al lado y se da cuenta con asombro de que nadie va conduciendo el coche.

El coche arranca suave y pausadamente. El hombre comienza a escuchar voces que susurran algo que no entiende y oye jadeos y quejidos, pero no hay nadie dentro del coche. Mira hacia adelante, hacia la carretera y con horror se percata de que se acerca a una curva.

Asustado, comienza a rezar e implorar por su salvación al advertir su trágico destino. Aún no ha terminado de salir de su espanto cuando, justo antes de llegar a la curva, aparece una mano tenebrosa por la ventana del chófer y mueve el volante lentamente pero con firmeza.

Paralizado por el terror y sin aliento, medio cierra los ojos y se aferra con todas sus fuerzas al asiento; inmóvil e impotente ve cómo sucedía lo mismo en cada curva del oscuro camino y los quejidos y jadeos aumentaban en cada momento, lo que le provocaba tal espanto que cada vez se acurrucaba más en el asiento.

De pronto escucha unas voces jadeantes que le dicen…
- No te escondas, que te vemos... ¿por qué te escondes?

Totalmente helado por el pánico, tras varios segundos sin atreverse a contestar, y ante la insistencia de las voces que le repetían lo mismo una y otra vez, responde…

-Por favor no me hagan nada!, ¡Por favor…. nooooo!

-¿Qué no te hagamos nada cabrón? ¡Cómo no salgas del coche y empujes como los demás, te vamos a inflar la... !

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